El mural viajero puede convertirse en una herramienta transversal para todas las materias en cualquier etapa educativa, desde infantil a secundaria. El funcionamiento es muy simple y se puede adaptar al nivel y circunstancias de cada grupo:
En primer lugar hay que contar con un mapamundi lo más grande posible, que se colocará en un lugar visible y accesible del aula.
En este mural se irán colocando fotografías reales de los viajes de los alumnos o su entorno cercano (padres, profesores, etc.) o de lugares que por una u otra razón resulten especialmente significativos. El alumno contará la historia de la imagen: dónde se hizo, cuándo se hizo, qué es…Esta explicación puede servir como base para la investigación sobre su entorno (historia, arte, literatura, deportes, idioma, gastronomía, geografía, biología…) y así fomentar la adquisición de conocimientos indisciplinares, la autonomía, el trabajo de grupo, la imaginación…Se trata pues de que la experiencia viajera de un miembro del grupo sea transmitida y compartida por toda la clase, de modo que todos puedan aprender de ella.